Tiempo de Cambio

Reflexiones sobre el crecimiento personal y la liberación en las relaciones

A medida que avanzamos en la vida, muchas veces nos encontramos mirando atrás, hacia nuestras juventudes llenas de energía y, a menudo, de ingenuidad. Aquellos días en los que parecía que la mera juventud nos otorgaba un atractivo innegable, y el mundo del amor y las relaciones se presentaba como un terreno vasto y desconocido por explorar.

Recuerdo cuando tenía 18 años, un tiempo en el que naturalmente me sentía atractivo para el sexo opuesto. Sin embargo, pese a este atractivo aparente, las relaciones no fluían como esperaba. Si conseguía una cita, las condiciones eran claras y estrictas: “Si llegas a las 7 y media, ya no me encuentras.” Este tipo de comentarios, que en aquel entonces herían mi orgullo, no eran más que un reflejo de mi propia actitud poco educada y, ciertamente, machista. Fue un tiempo en el que ganar parecía más importante que comprender.

Con el tiempo y después de varios fracasos, me enfrenté a la posibilidad de no tener una relación de pareja significativa y me dediqué a investigar por qué algunas parejas, como la de mi tío Alfredo y Chelita, disfrutaban de una felicidad aparentemente inalcanzable. Ellos encarnaban la relación perfecta, marcada no solo por el respeto y admiración mutuos, sino también por una educación y amor profundos.

Mi madre solía decir que me parecía a mi tío Alfredo, y con la ingenuidad de la niñez, creí que eso bastaría para ser feliz en el amor. Sin embargo, la realidad fue que tuve que desmantelar mi propia fortaleza de ignorancia, machismo, y grosería. Tuve que aprender, paso a paso, cómo construir una relación sana y amorosa, una que se basara en el respeto, la educación, y un verdadero cuidado por el bienestar del otro.

La liberación femenina, un movimiento que tomó fuerza durante mi juventud, cambió radicalmente el panorama de las relaciones de pareja. Mujeres como la Dra. Esmeralda Arboleda, con su encanto y astucia, comenzaron a moldear una nueva mentalidad que no sacrificaba la feminidad, sino que la fortalecía a través de la educación y la independencia.

Observé cómo la liberación influía en las actitudes y expectativas de las mujeres de mi generación. Ya no esperaban a que los hombres decidieran llegar a tiempo a las citas; tenían sus propios cuentos, sus propias vidas que liberar. Y mientras yo me quedaba atrás, aferrado a viejas costumbres, ellas avanzaban hacia un futuro en el que la relación no era la única meta, sino una de las muchas opciones de una vida plena y auto-suficiente.

Hoy en día, reconozco que la liberación no solo fue un desafío para las mujeres de aquella época, sino también una invitación para nosotros los hombres a revisar y mejorar nuestras propias actitudes. La verdadera masculinidad no se mide por el control o la dominancia, sino por la capacidad de adaptación, el respeto y el apoyo hacia las libertades y éxitos de nuestras parejas.

Image Not Found

Así, aprendí que el amor y el respeto mutuos son fundamentales en cualquier relación. La educación y la auto-reflexión son clave para derribar los muros del ego y la inseguridad, permitiéndonos construir vínculos más saludables y equitativos. Porque al final, todos merecemos ser parte de una relación que nos inspire a ser la mejor versión de nosotros mismos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to Top